En verdad, la retribución de quienes hagan la guerra a Dios y a Su Mensajero y se dediquen a corromper la Tierra, será la muerte o la crucifixión o que se les corte la mano y el pie opuesto o que se les expulse de su territorio. Esto será para ellos una humillación en esta vida y en la otra tendrán un castigo inmenso.