No es apropiado de un ser humano al que Dios entrega la Escritura [Sagrada], el juicio y la profecía que luego diga a la gente: «Sed mis siervos en lugar de [siervos de] Dios», sino [más bien que les diga]: «Sed espirituales ya que enseñáis la Escritura [Sagrada] y la estudiáis.»