En cambio, el ejemplo de quienes erogan su hacienda espontáneamente, anhelando la complacencia de Dios, para conformar sus almas es como el de una huerta, en una colina, que cuando le cae un chubasco duplifica sus frutos; pero, si no sobreviene chubasco le basta con el rocío; porque, Dios bien ve cuanto hacéis.