Y no cometéis falta si insinuáis a las mujeres1 vuestra intención de contraer matrimonio o lo guardáis escondido en vuestras almas. Dios sabe que pronto pensaréis en ellas [para el matrimonio]. Pero no les prometáis nada en secreto. Mejor, habladles como es debido y no formalicéis el contrato de matrimonio hasta que no concluya su periodo de espera. Y sabed que Dios conoce lo que hay en vuestras almas. Tened, pues, cuidado de Él. Pero sabed que Dios es perdonador, indulgente.