Y entre las gentes, hay quien te sorprende con su manera de hablar de la vida de este mundo y que pone a Dios como testigo de lo que hay en su corazón, pero es el más acérrimo adversario.Y, cuando te da la espalda, se esfuerza por corromper en la Tierra y destruir la cosecha y el ganado.1 Y Dios no ama la corrupción.