Dios supo que os traicionabais a vosotros mismos,1 así que os perdonó y os excusó. Así pues, ahora, yaced con ellas y buscad lo que Dios ha decretado para vosotros. Y comed y bebed hasta que podáis distinguir la línea blanca de la línea negra al amanecer. Después, completad el ayuno hasta la noche. Y no tengáis relación sexual con ellas mientras estéis de retiro en las mezquitas. Esos son los límites de Dios, así pues, no os acerquéis a ellos. De esta manera aclara Dios sus indicaciones a las gentes. Quizás así sean temerosos.