Os ha prohibido sólo la carne del animal hallado muerto, la sangre, la carne de cerdo y aquello sobre lo que se ha invocado un nombre distinto al de Dios; pero si alguien se ve empujado por la necesidad --no por deseo ni excediendo su necesidad inmediata-- no incurrirá en falta: pues, ciertamente, Dios es indulgente, dispensador de gracia.