Así pues, [Oh Profeta,] si Dios te trae de nuevo cara a cara con un grupo de ellos, y te piden entonces permiso para salir [contigo de expedición], di: “¡Jamás saldréis conmigo, ni combatiréis junto a mí a ningún enemigo! Ciertamente, os alegrasteis de haberos quedado en casa en esta primera ocasión: quedaos, pues, en casa con aquellos que [tienen que] quedarse!”