¡Oh Profeta! Cuando acudan a ti las creyentes para jurarte fidelidad, [comprometiéndose a] que [en lo sucesivo] no atribuirán divinidad a nada excepto a Dios, ni robarán, ni cometerán adulterio, ni matarán a sus hijos, ni proferirán calumnias que hayan inventado de la nada, ni te desobedecerán en nada [que tú declares] justo –acepta su juramento de fidelidad, y pide a Dios perdón por sus faltas [pasadas]: pues, ciertamente, Dios es indulgente, dispensador de gracia.