¡OH VOSOTROS que habéis llegado a creer! Cuando os dispongáis a rezar, lavaos la cara, las manos y los brazos hasta los codos, y pasaos las manos [mojadas] ligeramente por la cabeza, y [lavaos] los pies hasta los tobillos. Y si estáis en un estado que requiera la ablución mayor, purificaos. Pero si estáis enfermos o de viaje, o acabáis de hacer vuestras necesidades, o habéis cohabitado con una mujer y no encontráis agua, recurrid a tierra limpia y pasáosla ligeramente por el rostro y las manos. Dios no quiere imponeros la dificultad, sino que quiere purificaros y concederos la medida completa de Sus bendiciones, para que esto os mueva a ser agradecidos.