¡OH VOSOTROS que habéis llegado a creer! Que haya testigos cuando, sintiendo próxima la muerte, os dispongáis a hacer legados: dos personas justas de vuestra gente, o --si la agonía de la muerte os llega estando de viaje lejos de vuestra casa-- dos personas de [una gente] distinta a la vuestra. Retenedles después de que hayan rezado; y si tenéis dudas acerca de ellos, haced que juren por Dios: “No venderemos esta [palabra nuestra] a ningún precio, aunque fuera [por] un pariente cercano; ni ocultaremos nada de lo que hemos sido testigos ante Dios --o si no, que seamos, en verdad, contados entre los malhechores.”