Y hemos encomendado al ser humano que sea bueno con sus padres. Su madre le cargó con esfuerzo y con esfuerzo le dio a luz. Y su embarazo y su lactancia toman treinta meses. Hasta que, al alcanzar la edad adulta y alcanzar la madurez a los cuarenta años, dice: «¡Señor mío! Inspírame para que agradezca los favores con que nos has agraciado a mí y a mis padres y para realizar actos buenos de los que Tú estés satisfecho y haz que mis descendientes sean rectos.» «En verdad, a Ti me vuelvo arrepentido y, en verdad, soy de los sometidos a Ti.»