¿Puede, entonces, [compararse a] aquel cuyo pecho Dios ha abierto a la sumisión a Él, de forma que está iluminado por una luz [que emana] de su Sustentador, [con el que es ciego y sordo de corazón]?¡Ay, pues, de esos cuyos corazones se han endurecido al recuerdo de Dios! ¡Están, en verdad, claramente extraviados!