[Y finalmente le dijimos:] “¡Coge en tu mano un manojo de hierba, y golpea con él, y [así] no romperás tu juramento!” –pues, en verdad, le hallamos paciente en la adversidad: ¡qué excelente siervo [Nuestro]! ¡Ciertamente, se volvía a Nosotros continuamente!