[Recordad] cuando huíais, sin hacer caso a nadie, mientras el Enviado os llamaba a vuestras espaldas --por eso, Él os pagó en aflicción, la aflicción [que causasteis al Enviado], para que no os lamentarais [sólo] por lo que se os había escapado, ni por lo que os había ocurrido: pues Dios está bien informado de lo que hacéis.