Tampoco seréis culpados porque hagáis proposiciones matrimoniales a estas mujeres o bien que ensenéis vuestras intenciones. Dios sabe qué pensáis de ellas; pero no os declaréis a ellas furtivamente, salvo que lo hagáis en términos honestos; pero no decidáis el contrato matrimonial hasta que haya transcurrido el período prescripto, y sabed que Dios bien sabe cuanto ensenáis. ¡Temedle, pues! Y sabed que Dios es indulgentísimo, tolerante.