Vuestras mujeres son vuestra sementera. Disfrutad, pues, de vuestra sementera como os plazéá; pero, antes rogad en vuestro favor y temed a Dios, y sabed que seréis comparecidos ante EL Y tú, ¡oh, Apóstol!, albricia a los erevpntfts con la bienaventuranza.