Y siguieron las consejas de los demonios de la época. Pero, Salomón no renegó, sino que fueron los demonios que renegaron al enseñar la magia a los hombres y lo que fué revelado a los dos ángeles, Harut y Marut, en Babilonia. Y ambos no instruían a nadie sin exhortarle: "Somos tan só'o una prueba; no renuncies a tu fe". Los hombres aprendían de ambos lo que hace desunir al marido de su mujer. Mas, con ello no podían perjudicar a nadie sino con la anuencia de Dios; por el contrario, la gente aprendía lo que le perjudicaba y no lo que le beneficiaba y sabían que quien la había adquirido, jamás participaría de la ventura de la otra vida. ¡A qué vil precio se vendieron! ¡Si lo supiesen!