Así pues, no profiráis mentiras dejando que vuestras lenguas determinen [a vuestro antojo], “Esto es lícito y eso está prohibido”, atribuyendo a Dios lo que son falsas invenciones vuestras: pues, ¡ciertamente, los que atribuyen a Dios sus falsas invenciones nunca alcanzarán la felicidad!