A Él [sólo] es debida toda oración dirigida a la Verdad Suprema, pues esos [otros seres o poderes] a los que los hombres invocan en vez de Dios no pueden responderles en absoluto --[así que quien les invoca es] justo como aquel que extiende sus manos abiertas hacia el agua, [esperando] que habrá de llegarle a la boca, pero nunca le llega. Por eso, la oración de quienes niegan la verdad equivale sólo a hundirse en un grave error.