Y cuando ella oyó sus cotilleos las hizo llamar y preparó para ellas un lugar en el que sentarse cómodamente y dio a cada una de ellas un cuchillo y le dijo: «Sal donde ellas están.» Y cuando ellas le vieron se quedaron absortas y se cortaron en las manos y dijeron: «¡Santo Dios! ¡Esto no es un hombre, sino un ángel precioso!»