Y permaneced en vuestras casas y no os mostréis ante los hombres como se mostraban en los tiempos de ignorancia anteriores y haced la oración y dad el impuesto purificador de la riqueza y obedeced a Dios y a Su Mensajero. Ciertamente, Dios quiere apartar de vosotros la impureza ¡Gente de la Casa! y purificaos absolutamente.